miércoles, 20 de enero de 2010

sentir

Sentir el sin sentido
que arrolla las dudas
y aletargan la razón,
razón del sin sentido
cuando las respuestas
no son las que esperaba,
desvaneciéndose el sueño,
envuelto de nada
y al llegar el día
los tambores que batieron
las manillas
parece fueron más rápidos
de lo que nunca hubiese deseado,
y nada es como debiera haber sido
y todo señala
que mientras avanzas
hacia el final,
también conocido como principio
y las llamas han prendido
sobre ti
fuego
y olvido
recuperas las cenizas
de esa mi botella
que un día tiré al mar
pretendiendo una respuesta
que nunca se dio
y, tal vez
nunca se dará


jueves, 31 de diciembre de 2009

Mi propósito

Este año que ya termina ha sido el primer año de mi nueva vida. Ha sido un año muy especial para mi, y por ello doy las gracias.
Ha sido el año de mi toma de contacto con la realidad, y no todo lo ocurrido ha sido bueno, maravilloso o excitante, pero me ha servido para ser mejor, o al menos para intentarlo.El 2009, no ha sido muchas cosas pero ha sido muchas otras.
A veces uno desea una vida intrépida, emocionante donde nunca sepas que va a ser mañana, una vida llena de aventuras por tener y sueños que realizar, es la vida que yo quisiera tener pero no a cualquier precio. Durante mucho tiempo, he tratado de tener una vida distinta a la de los demás, una vida llena de cambios constantes y llena de vaivenes. Durante mucho tiempo he vivido en el caos y en él me he movido como pez en el agua. He vivido una búsqueda constante, una búsqueda sin fin. Pero he mirado e indagado en los lugares equivocados , y entre tanta búsqueda he perdido muchas cosas y muchas personas.
Las cosas son aleatorias un día las tienes otro día se esfuman, pero las personas, las personas a las que uno quiere deberían estar siempre y uno no las puede ir perdiendo como si de un botón se tratara. A mi me cuesta, sinceramente, me cuesta y mucho.
La gente entra y sale de mi vida un día si y al otro también pero hay personas a las que me gustaría retener y a las que no quisiera perder nunca pero no se hacerlo. Soy una persona altamente egoísta y seguramente carezco de algo que me impide conservar los más preciado, los amigos, pero quiero intentarlo.
Repito, no se como hacerlo. Este es mi propósito para este año que viene. Ser mejor persona con las personas que quiero y que son importantes para mi. Prometo hacérselo saber

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Donde está el límite?


Sola,
Ansiosa,
porque tu, ANSIEDAD, nunca me abandonas.
Siento una presión en el pecho que me oprime,
apenas puedo respirar,
me pesa,
tu me pesas,
la cabeza empieza a darme vueltas
y se me nubla la vista.
Ha vuelto,
has vuelto,
Me mareo…
Estoy al límite.
Mis manos tiemblan a la vez que aspiro el humo del tabaco,
estoy escribiendo y tiemblo.
Mis manos se han dormido
Siento miedo. Miedo de mi misma.
Miedo de mis miedos.
Todo me asusta.
Mi vida, quiero saltar al vacío de mi vida que me está llamando,
pero estas piernas están pesadas.
Toda yo estoy pesada.
Tiemblo.
Tiemblo y lloro.
Me duele, dentro de mi siento el dolor y trato de arrancármelo escribiendo…
pero duele,
mi soledad me duele.
Busco la salida y escribo,
y vuelvo a escribir.
Y pienso y el pensar me duele.
A veces tiemblo,
tiemblo y lloro porque me duele.
Algo me duele muy profundamente.
La vida duele.
Mi ansiedad me duele y me desespera.
Quiero arrancarla pero no se deja.
Y mi pasado sigue ahí con la herida abierta.
¿cuándo cerrará?
No puedo arrancármelo.
A ratos quiero desaparecer,
desaparecer para no seguir sintiendo este miedo y esta soledad.
La soledad me pesa, el silencio me pesa, me pesa y me duele.
Foto: Isaac Barragán

sábado, 5 de diciembre de 2009

Recuerdo


Recuerdo perder por completo la consciencia. Olvidarme de quién soy y de lo que siento.
Beber, beber y seguir bebiendo hasta perder totalmente los escrúpulos y la vergüenza. Beber y después no recordar absolutamente nada. Beber y amanecer en mi casa sin saber como llegué. Desperté en cualquier sitio y deseé en ese mismo instante no haberme despertado.

En una ocasión, abrí los ojos con gran esfuerzo y me vi tumbada en un banco en mitad de la Avenida Meridiana. Algo me cubría del frío de la madrugada. Era una chaqueta vieja que no reconocía.
Mierda!, una imagen vino a mi cabeza. Iba en un taxi con una compañera de trabajo, me sentía indispuesta, estaba mareadísima, todo me daba vueltas y empecé a vomitar. Recuerdo al taxista que parecía muy enfadado y por lo visto la chica que iba conmigo no estaba mucho por la labor de cuidar de mi. Me hicieron bajar del taxi, como no podía mantenerme erguida, mi "compi" me ayudó a sentarme en un banquito de la calle, me dijo no se el que, y se fue con el taxista.
Vergüenza. Joder!, de pronto sentí como la vergüenza me invadía por completo y empecé a temblar. Tenía miedo.
A día de hoy me doy cuenta de lo unidos que están el miedo y la vergüenza, y lo mucho que tienen el uno del otro. Me sentí mal, realmente mal. Me odié a mi misma, una vez más.

Seguí en el banco un rato más, dándole vueltas a una noche que de por si no recordaba en absoluto. A día de hoy, cuando pienso en ella continúa siendo un interrogante en letras mayúsculas, pero he de reconocer que como esa ha habido muchas más.
Recuerdo que salimos a cenar, y se que desperté en un banco sola y abrigada por una chaqueta que algún desconocido dejó caer sobre mi, no sin antes vaciarme el monedero y quitarme el móvil.
Pero nada más. De la cena al final del trayecto con el taxista, no hay nada en mi memoria.
Si recuerdo la peregrinación hasta mi casa.
¿Recuerdo?n o muy claramente, que al malestar del abandono y del robo, se sumó el largo recorrido que hice andando para llegar a casa con tan tremenda resaca. Recuerdo no ser capaz de levantar la mirada del suelo. Y recuerdo también la intranquilidad que sentía cada vez que me cruzaba con alguien
Recorrido largo, pesado, eterno. Con lágrimas de impotencia pero sobretodo con lágrimas de vergüenza (estas no podían faltar).
Después me desperté por segunda vez. En esta ocasión en casa. Abrí los ojos. Los cerré de nuevo. Quería olvidar lo poco que recordaba.
Quería zambullirme bajo la tierra. Hubiera llegado hasta sus mismas entrañas si hubiese sido posible. Lo deseé. Deseé desaparecer con todas mis fuerzas (esconderme bajo las sábanas no funcionó).
Era domingo. Quise rehacer el puzzle que habitaba en mi cabeza, pero me faltaban gran parte de las piezas.
Si no recordaba nada, entonces lo olvidaría todo. No pude. (Nunca lo conseguí).

Quería morirme, una vez más.
Muchas preguntas, pocas respuestas.
¿En qué momento perdí el conocimiento? ¿Por qué no podía recordar nada? ¿Por qué quería olvidarlo todo? Lloré. Lloré a rabiar. Lloré por lo que hice. Lloré por algo que no recordaba. Sentía dolor pero no era suficiente. Nunca sería suficiente.

Foto de Isaac Barragan

sábado, 28 de noviembre de 2009

Dorothy


La velocidad de los pensamientos
produce accidentes mortales
en mis fantasías
de mujer
atiborrada de paja,
donde unos labios
se entumecen
al contacto de los sueños,
es entonces cuando
todo sentido
se esfuma.
Fantasías de plata y de oro
con ese hombre de hojalata
que buscaba un corazón
para poder sentir,
el golpe del amor,
o tal vez las palpitaciones
que preceden a la muerte.
Recobré el valor
por el león perdido
que tanto añoraba
hacer frente a sus miedos.
Por un camino
con baldosas amarillas
a un castillo,
donde aguardaba el mago,
y su magia.
O tal vez fue
de vuelta
a "Kansas"
cuando abandoné
la inocencia
tantas veces maltratada.


Silencio

¿Oyes?
Uno, dos...
Tic-tac, tic-tac,
el silencio.
El tiempo se detuvo,
sólo un instante,
un breve instante
de mi tiempo
quedó atrapado
ahora
contigo.
Gorgotea
ya no fluye
en tu presencia.
Silencio
¿lo sientes?
Silencio
Detente
Trata de escuchar...
al silencio
más estruendoso
conmigo
Escúchalo
dale
ese espacio
Rebosa
el tiempo
parado
entre los sonidos
que me da
el silencio.
Imperceptible
silencio,
entre
los rumores
de las palabras
y el ruido
del tiempo.
Silencio,
¿lo escuchas?
Tic-tac, tic-tac,
el tiempo se ha posado
exacto
sobre mi
vida etérea.



martes, 20 de octubre de 2009

Si, quiero



Y decidí dejarlas. Decidí dejarlas por los mismos motivos por los cuales cada día decidimos levantarnos de la cama. Decidí dejarlas porque no me reconocía. No se muy bien todavía en que me había convertido pero no era yo. Okey, si lo era, pero no era esa persona que quería ser, para nada, ni de lejos me acercaba. Siquiera era una sombra de mi. Tenía miedo. No sabía por donde empezar y había llegado un punto en que realmente la necesitaba. Simplemente para existir, sólo ella me motivaba. Ella movía mi vida, y para nada era una vida agradable. Estaba vacía, mis horas era ella, siempre ella. Desde que me levantaba, los días que conseguía salir de la cama, hasta que me acostaba. Yo giraba entorno a ella. Y me sentía tan infeliz. El dolor, la impotencia... mi alma se desgarraba a cada momento, con cada ralla. Quería pensar pero ni para eso servía. Me había convertido en una autómata, en una esclava de mi misma. Cada noche al acostarme soñaba en que ese había sido el último de día de mi dependencia, pero por las mañanas mi sueño es desvanecía para acercarme de nuevo a mi realidad. No tenía voluntad. Mi voluntad estaba sometida a su consumo, día si y otro día también. Una parte de mi gritaba auxilio, pero mi voz era apagada rápidamente por mi ansia y mi inestabilidad. Cada consumo hacía mi fosa más profunda. Me di entonces cuenta de algo, vi claramente que no me quería. Es más me castigaba. Cada día era un castigo. Quería aniquilarme, silenciarme, escapar de la vida. Era una cobarde. Durante un largo periodo de mi vida había actuado como una perdedora que creía que la vida se había portado mal conmigo, que la vida era injusta. ¿Cómo podía yo juzgar la vida si en realidad estaba muerta? Si nunca la había valorado, si nunca había sido capaz de disfrutarla... No, no tenía derecho a decir que la vida era una mierda, yo no sabía lo que era la vida. Yo solamente me había arrastrado por un desierto árido en busca de un oasis que nunca llegaba. Mi vida era inerte. Entonces algo despertó dentro de mi, todavía quedaba algo de esa niña que un día fui. Y dándome cuenta de mis opciones, decidí arriesgarme, decidí vivir.

foto niña de Isaac Barragan